lunes, 28 de enero de 2008

El hombre que tocaba el claxon cuando estaba triste

En cuanto se levantaba un poco de aire le entraba tierra en los ojos. Al final, después de años, se compró unas gafas estilo aviador de la Gran Guerra, cerradas. Su problema era que nunca conseguía sacarse le tierra, pese a lavarse con abundante agua o llevar siempre una pluma para intentarlo, no lo conseguía. Así que, se iba acumulando la tierra en alguna parte de su cuerpo. Él lo sabía. Le gustaba pensar que cuando lo enterrasen, una pequeña porción de tierra iría ya con él incorporada. Tierra de su buena tierra y, también, de sus escasos viajes. Es que en sus viajes se quitaba las gafas cuando soplaba el aire, era algo molesto pero valía la pena. Cuando pasaba junto a las viejas piedras de su ciudad pensaba en que estaban allí desde hacía siglos y seguirían estando cuando él se fuese. Entonces, la tristeza, como la tierra, le entraba por los ojos y ya no se marchaba nunca y Vicente tocaba el claxon. Él nunca no lo supo pero fue justo el día que hacía 30 años, 30 meses y 30 días de su nacimiento. La noche de ese día se produjo la ruptura final con su chica y Vicente se subió a su coche. Antes de arrancarlo conectó el reproductor de CD. La primera canción estalló dentro del vehículo. Cuando giró la llave el aparato se desconectó para volver a conectarse una vez arrancado el motor pero Vicente no le dejó seguir. Después de unos cuantos giros enfiló el túnel, el más largo de la ciudad, y quizás debido a la hora pero seguramente por simple casualidad, nadie pasaba por él en aquel momento y apretó el centro del volante. Siguió apretando el claxon hasta casi el final y las lágrimas fluyeron de sus ojos. Sin hipos, sin mala cara, esas lágrimas se llevaron las pequeñas partículas de tierra que tantos años había acumulado y dejaron la tristeza dentro de él.

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Mis amigos me llaman Cuchillo o el tío Santi. Escribo canciones y toco la guitarra, también canto. Desde que era joven hasta ahora que no lo soy he tocado en grupos como Los Cuervos, Los Relevos, Morcillo y los Rangers, Los Brujos, Bandoneón, The Dancing Cansinos, Rocky Raccoons, Fort Mapache, Jukebox, Los Portuarios, The Mapaches o The Roller Coasters. Soy el guitarrista que no sabía cantar, el motorista al que no le gustaba correr, el lector de la Biblia ateo, puede que el tonto más listo del mundo, el padre de Dido o el hijo de la Yeyes. Como suele aparecer en algunos sobres de azúcar, hay que buscar los buenos ratos porque los malos se presentan ellos solos. Me gusta mucho leer desde niño, cocinar, tocar la guitarra y escribir canciones, navegar sin rumbo por la procelosa red de Internet, la historia y la música, el cine clásico y me gusta mucho reír, también escribir en mi blog, salir con mis viejos amigos o dar vueltas con mi Triumph. Como dijo Lennon: "la vida son las cosas que te pasan mientras tú estás ocupado haciendo otros planes" Así que intento no hacer planes nunca, sólo quiero estar a gusto sin molestar a nadie. Si lo consigo o no, tendrán que decirlo los demás.
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