¡Hey, llevaba un mes sin escribir por aquí¡
Había cosas que contar, en la línea habitual de este blog, visitas a Jose Arocas para repasar algún ampli, mañana en casa de Pacobeat probando sus bellezas de amplificadores, ajustes de guitarras con Iván Martínez, trabajo duro con airecico, frío y lluvia, disgustos, berrinches, buenos ratos, cumpleaños de Pacobeat y los sobres de Bárcenas. Esto último es mentira, claro, pero es que mires donde mires y hables con quien hables, salen a relucir, y aquí no iba a ser menos.
Pero para muestra un botón: ayer, un sábado cualquiera, y puesto que mi hija se iba a cenar a casa de su noviete... pues nada, cogemos la moto y nos vamos a cenar al indio Rosarete y yo. Ok, buen plan, me apetece. Me meto en la ducha y zas, el termo no va, grito de rigor reclamando ayuda, Rosaurio acomete la faena rauda y veloz pero no responde el termo Junker, contar la historia de Junker es un poco larga, fabricantes de termos pero también de aviones. Maldito Junker, le costó media hora ponerse en marcha, ya estaba a punto de ducharme con agua fría cuando comenzó a salir el agua caliente. ¡Sr. Junker, déjeme un avión y bombardeo el termo¡ Vamos a por la moto y... falleció la batería. Tras una vida de ocho años y medio, ocho y medio como Fellini, no puedo quejarme. El reloj ya parece ir más deprisa y mi estómago me dice que tiene dentro un león hambriento pero subo a por las llaves de la furgo Salaminia y nos vamos a cenar. El camarero nos recibe con dos cartas debajo del brazo, no hacen falta, le digo amablemente, después de tantos años visitando el mismo lugar. Sí, sí, hoy sí, cosas nuevas muchas, me dice él. Ok, pues miro la carta, bueno, lo poco que veo sin gafas, tiene la mezcla habitual de inglés y urdu, hindi o lo que sea, si pone algo en castellano está en letra pequeña y no lo distingo. Bueno, a ver, ¿qué lleva esto?. "Llamo al ccocinero y él explica", ok, ok, llega el cocinero... Le pregunto lo mismo, aprieta los labios y entonces él llama al camarero. Ambos empiezan a hablar en sánscrito o lo que sea mientras Xaro y yo asistimos a la conversación, con un hambre canina y el reloj marcando las once y media; normalmente cenamos a las ocho. Así que pido algo que parece cebolla rebozada y un pollo a la parrilla con una especie diferente de curry y, bueno, cenamos muy bien, estaba muy rico. Después nos reímos, claro, pero no antes de acabar con la cena.
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA DE IVÁN MARTÍNEZ.
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA DE IVÁN MARTÍNEZ.