Mañana charlando con el abogado, acopiando documentación, una mirada al abismo de la legalidad, un mundo paralelo de difícil compresión para los extraños. Luego con ResMex, almorzando y tocando un rato, cambiando las cuerdas de una guitarra, el luthier estaba cerrado, iremos otro día. Pocas cosas sientan mejor que charlar con un viejo amigo. Mi madre ha hecho pimientos, cosa que me encanta, califico su casa como El Reino Del Pimiento Frito, están deliciosos. Las noticias aburren al más pintado, consiguen que desees que las compriman en apenas cinco minutos y que te dejen en paz. Todo va un poco lento, tranquilo, un poco falto de vida y sin embargo es vida en estado puro. .
Ahí está el viento con su afán desmedido de arrancar las últimas hojas que seguían unidas a esos árboles de hoja caduca que rodean mi casa. Veo pasar los papeles que se detienen un momento en mis zapatos para marcharse después, se paran un momento para saludar. Tickets de la compra, publicidad con grandes ofertas en informática y móviles, alguien que asegura comprar tu coche al mejor precio posible. El barrio está tranquilo, algunos niños juegan pero el aire les desvía el balón, una multa ondea como un banderín en el parabrisas de un coche mal aparcado, el cabello de la pedigüeña en la puerta del supermercado le tapa la cara y ella intenta recogerlo, se le escapa el cartel que explica su caso y se levanta a recogerlo. Estoy haciendo casi surco de tanto seguir un camino que me lleva al ordenador. Como si fuera el principio de Back in the URSS al poco comienza a despegar y finalmente se apagará al cabo de un rato por exceso de calor. Ya tiene algunos años y estos trastos miserables no están pensados para durar mucho, escribo deprisa para acabar antes. El sol se pone, cae cansado sobre el oeste, un atardecer más con esa luz especial del otoño.
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