En la Marina Real

El sábado fue uno de esos días que ponen a prueba la paciencia del más paciente de los seres humanos. Todo empezó a complicarse de una forma extraña, empezaron a pasar cosas a las que costaba encontrar explicación, intuía algo pero... ¿podía ser realmente verdad? El caso es que até algunos problemas en un saco y lo lancé al fondo de la habitación, ya les haría caso más tarde. Salí de casa a las siete y cuarto, cargado con los trastos habituales para una actuación, era muy pronto para ir hasta el puerto de Valencia, donde había quedado a las ocho pero pensé voy con tiempo y pienso, siempre puedo pensar. Quién me iba a decir que me costaría casi dos horas llegar al restaurante. Todo lo posible e imaginable y alguna cosa más confluyó. Una actuación de un músico famoso a unos pocos metros, el día del orgullo gay, manifestación a favor de la acogida a emigrantes con contra-manifestación, celebración anticipada de la noche de San Juan, había policía como si hubieran llegado los marcianos.  Llamé a David desde el coche, le dije que no sabía si llorar o reír, era un atasco monumental y el Google maps se había vuelto loco. En el caos y nervios reinante me llamó Chicote para preguntarme por una canción de los Auténticos.  Como al final tengo suerte, de una forma extraña siempre, acabé aparcando en estado de casi histeria justo debajo del restaurante. Mis compañeros, dos los conocí en ese mismo momento, también habían tenido mil percances, un accidente con un motorista, David había tenido que coger un taxi y subido el material como un burro de carga por escaleras buscando el local. En fin, demasiado largo de relatar, una odisea.  Al final todo salió bien, realmente bien, me preguntaron cuantos años llevábamos tocando juntos y contesté que era la primera vez... no se lo creían, jajajaja. Vino un hombre de mi edad y me dijo que había conseguido emocionarlo tocando la guitarra, un gran halago, no sé si merecido. Para salir de allí, a las dos y pico, porque a la cumpleañera también le costo llegar lo indecible en ese maremágnum, otra prueba de fuego para la paciencia de un cuchillo viejo y aún peleón. Después de más peripecias llegue a casa las cuatro... desde las siete y tocando al lado de casa, me costó mucho más que si hubiera tocado en Moraira, fue increíble. El domingo a las nueve me invito Paco a almorzar en el Ranchito con Serch, y sin dormir apenas allí me fui.  Me llamo Toni, vente para Chiva y vamos haciendo marcha hasta que llegue Isi, fui. Todo el domingo con sueño y fuera de casa, los dedos me dolían de tanto tocar, volví a casa casi a las doce. Al mediodía saque algunos problemas del saco y los revisé, tengo que decir que conseguí solucionarlo. Soy un viejo perro verde.  Días extraños, horas extrañas, minutos extraños...