Dicen que hasta un reloj parado da la hora correctamente dos veces al día, Pues ahí estoy yo, dando bien la hora un par de veces cada 24 horas. Me pongo a escribir y me salen este tipo de disparates:
En el desierto de su vida ella fue un oasis con una fuente de agua clara, con dátiles del tamaño del pulgar de un hombre grande con las manos muy grandes, que hacían que la miel fuera amarga en comparación. ¿Qué hace el fugitivo en un refugio así?
Dejo de escribir y cojo la guitarra, pero mi madre me llama para tender o cualquier otra cosa. Leo a Raymond Chandler, mientras un sol perezoso penetra por la ventana a través de la persiana, me producen puntos de calor los rayos de luz que delatan polvo en suspensión cruzando los agujeros entre los listones de plástico. Voy a ver a mi hija y su perrico, charlamos un poco, vuelvo a casa con las manos en los bolsillos, es un barrio tranquilo. Pienso en el próximo sábado, pienso en el próximo domingo, lo dejo justo antes de entrar en Consum porque el tema me inquieta. Allí al pagar la compra me regalan una especie de goma naranja, una pulsera dicen ellos, para celebrar el día de las personas. Invitan a los clientes a que den un consejo por el sistema de megafonía del supermercado, suenan voces entrecortadas con consejos para ser mejor persona y valorar las cosas importantes de la vida. Salgo al parque y me vuelven a asaltar los pensamientos, me los guardo en el bolsillo de la cazadora, por ahora deben esperar su momento.
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