
Fue un hombre extraordinario, para mí el mejor estratega que ha dado la historia. De todas sus increíbles hazañas el paso de los Alpes es quizás la más conocida. Que un hijo sea capaz de superar a un padre brillante no suele ser común. Que con una amalgama de hombres a sueldo de diversas procedencias venciese en varias ocasiones, al por entonces, mejor ejército del mundo es asombroso. Que lo consiguiera sin el apoyo de su ciudad, alucinante. Que sus hombres fueran muchas veces superados en número y armamento por el enemigo y pese a esto saliese vencedor, insólito. Que la faceta que puede que sea más interesante de su vida, sus años como sufete de Cartago en que reorganizó la administración de la ciudad, sea practicamente desconocida, turbador. Que todo lo que sabemos sobre él venga de la boca de su enemigos y aún así se pueda apreciar su grandeza a través de las calumnias y mentiras, roza lo sobrenatural. Mas lo más excepcional, chocante, sorprendente y portentoso de todo es que jamás aquellos hombres mercenarios le traicionaran ni en sus horas más bajas. El amor y la fidelidad de sus variopintos soldados, eso es para mí lo más extraordinario de este gran hombre y de su vida.
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