Una gigantesca nube de cenizas volcánicas cubre el cielo de Europa, como la sombra gris del fantasma de la crisis. Volando desde un volcán islandés cuyo nombre nadie por aquí sabe pronunciar, esas cenizas han acabado con el tránsito aéreo europeo. Los aeropuertos están llenos de gente atascada que busca solución a su problemas en trenes, coches de alquiler, barcos o taxis. Hay cientos de miles de historias, exámenes sin asistencia, puestos de trabajo sin ocupar, citas familiares ineludibles a las que no se asistirá, pequeñas tragedias y pérdidas irrecuperables para las aerolíneas. Cecil B. De Mille decía que las películas tenían que empezar con un terremoto y a partir de ahí ir "in crescendo". Pues qué magnífico comienzo para una película o para una novela.
Suspendido el ensayo de hoy, aquí estoy escribiendo tonterías y pensando en una semana con muchas cosas qué hacer.
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