
Cada vez que llegamos al ensayo hay alguna baja. De los gatos que pululan por el chalet de Bruno, siempre echamos de menos a alguno. Le preguntamos a Bruno qué ha pasado: es como la pagina de sucesos del periódico pero con felinos. Parece que tienen una curiosa obsesión por colocarse justo detrás o delante de las ruedas de los coches. Pobrecicos, cuando Serch y yo los acariciamos, nos preguntamos cuanta vida les queda sobre la tierra. Una vez casi me traigo uno a casa, más que nada por ahorrarle una muerte horrenda. Luego alguien, seguro que Paco Seguí, me recordó su manía de arañar las cosas, pensé en las telas de los amplificadores y las fundas de las guitarras y lo dejé allí, condenado a un destino cruel.
1 comentario:
jajajajajaja
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