
Un multimillonario alicantino se compró una isla y allí tropezó con la famosa lámpara maravillosa. Al frotarla de ella salió el famoso genio que le otorgó el famoso deseo. El hombre se lo pensó bien y, dado que sólo podía elegir un deseo, pidió salud, que era de lo único que no estaba seguro de disfrutar durante el resto de su vida. "Eso es muy fácil" le dijo el genio con su voz atronadora y le entrego unos documentos. Extrañado, el agraciado compatriota nuestro miró aquel puñado de papeles y vio que era su alta como autónomo..."Así no estarás enfermo jamás" y estas fueron las últimas palabras del genio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario