Los días pasan, seguimos tocando, el pasado sábado nos anunciaron como orquesta The Roller Coasters. Randurias excelente como siempre, todo buen ambiente, buen trato, ponen el equipo y hasta los amplificadores. Casi todo lo que tocamos fueron clásicos del Pop/Rock de los ochenta, con alguna que otra incursión disparatada en temas no ensayados. David quería dormir allí, nos daban alojamiento, una magnífica casa en un pueblo cercano, preciosa, de piedra, un lugar encantador, tranquilo como sólo un lugar del interior puede ser, cocina económica, muchas camas a nuestra disposición, el bajista y su pareja, el batería con la suya, David y yo, el cuchillo solitario pero...
Algo superior a mí me hizo volver a casa, le dije a Esponja que se quedara pero no quiso, volvimos al cap i casal, él durmiendo, yo pensando. Una noche muy oscura, el vehículo lunar a través de la más intensa oscuridad, sin escuchar música, sólo mis pensamientos me acompañaban. Se hizo muy tarde, llegué a casa a las cinco y media, le había dicho a mi madre que dormiría en Castellón y cuando llegué había echado el pestillo... no escuchó el timbre, la dejé entreabierta y estuve sentado un rato mirando el móvil, con la luz del zagúan encendida, hasta que se levantó, como media hora, son cosas que me pasan. Veo simbolismos en muchas cosas, allí sentado en un escalón con mis trastos de guitarrista, hacía frío.
El día del sol en inglés o el día del señor, el domingo, vamos, ensayo matutino en el Vedat, último ensayo de Jukebox antes de la actuación del viernes, con muchas ganas de tocar el bajo, hacer coros, saltar y bailar en la Edad de Oro.
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