BroKen CaBle

De la ermita de Santa Llúcia nos fuimos a Alboraia a tomar una horchata, había ido a coger la moto, tras las lluvias, la neumonía, tras muchos días sin saber nada de ella. Tenía miedo de que la batería hubiera fallecido pero no, arrancó como si el día anterior hubiera hecho 500 km. En un pequeño lugar sagrado para mí y profano para los demás, viendo el skyline de Valencia desde la huerta, entre campos de cebollas para siempre miré la hora, dejamos de echar humo y empecé a pensar donde ir. En el semáforo de la rotonda del Bertolín, dudaba donde , pero la moto tomó la decisión. Sentí un ruido y la misma sensación que cuando se rompe una cuerda tocando la guitarra. Unos momentos antes había comentado lo bien que se ha portado siempre mi Triumph conmigo. Pues, nada, se rompió el cable del embrague pero tan cerca de mi taller habitual que me costó cinco minutos llevarla empujando. Tomamos algo en media hora y ya tenía un cable nuevo. Sali se dio cuenta de que mi viejo casco Davida estaba roto, yo con mi vista cansada y viejuna no me había percatado.  Enseguida supe qué día fue, un día que llevé a mi hija a la Fe y se me cayó porque no lo había atado. Tiene unas grietas terribles y ya no protege, así que ha finalizado su vida práctica. Qué cosas, van desapareciendo señas de identidad; pérdidas, roturas, grietas, olvidos.