Mermelada de Cuchillo

Me encontré en la Valero con el tío Antón, me tomé un vermut. Hablamos sobre la vida. Había cogido la moto para deambular por Valencia, sin lugar donde parar, sin dirección de destino e iba parando según me apeteciera. Recordé que había visto algo sobre una jam y me fui para allá, era cerca de casa. Me recibieron con los brazos abiertos, no tenían guitarrista, toqué un poco y me invitaron a cenar.  Toqué con una de las guitarras más malas y peor ajustadas que jamás ha pasado por mis manos, no lo hubiera hecho pero me lo pidieron por favor, así que bebí algo, comí algo y saludé a la gente pero tenía que ponerle la inyección a la jefa y me fui.  Tras el pinchazo no podía estar en casa y volví a la moto, intenté meterme en algún sitio, me tomé una tónica en A tres bandas, escuchando a Jeff Lynne pero mi habilidad para no hubicarme se presentó de nuevo. Volví a la moto, en septiembre cumple quince años, es una buena burra, como me dijeron el otro día en un semáforo. De modo que di vueltas por la ciudad, pensando como siempre, subido en la Triumph hasta casa, una noche más.