Despierta

Un domingo tonto de agosto o quizás no, sólo un domingo más. Fuimos por la tarde a Godelleta, hay sitios como guiños al pasado y quien sabe si al futuro, llevaba yo el coche híbrido, se deja llevar tan bien, a la vuelta paré en el Siete Nudos, para charlar con dos mapaches. Nos pusimos al día, de éxitos y fracasos, volví en bus. Me acosté pronto y me desperté sobre las dos, bajé a dar una vuelta, sentía algo en mi interior, un indio danzando bajo la luz de la luna llena, aullando como un lobo solitario, disparando flechas a espíritus malignos. Al subir me despedí del Conde Belisario, una última ingratitud de Justiniano, lo dejé ciego, pidiendo una limosna a las buena gentes de Constantinopla, una moneda de cobre para aquel que repartió oro, cerré el libro y dormí.