jueves, 22 de febrero de 2018

Pájaro del Folk







Me vestí para la ocasión y encaminé mis pasos hacia el Volander, donde había quedado para grabar el vídeoclip en falso directo con Los Pájaros del Folk. Había pensado ir en moto pero una ligera lluvia y mi terrible resfriado me aconsejaron ir caminando. Hicimos muchas tomas para que el encargado de la realización pudiera hacer un buen montaje, yo con los palillos en la mano haciendo de batería, de las pocas cosas que me faltaban por hacer. Intentando darle a los tambores lo más flojo posible para no molestar, el audio sonaba muy bajito. Con la mala cara que se te pone cuando no estás bien salgo en las fotos que nos hicimos después, en mis años de repartidor de prensa me acostumbré a no fijarme en mi estado de salud cuando tengo algo que hacer.  Fue divertido, me salió otra oferta para hacer de bajista, estoy con la duda detrás de la oreja. Nos invitaron a beber y cenar, ¡gracias Juan Carlos¡, volví a casa lentamente, pensando como siempre algún que otro disparate. 



martes, 20 de febrero de 2018

Pañuelos de papel

Cada vez que me constipo los fabricantes de pañuelos de papel se frotan las manos, las acciones de sus compañías suben en bolsa como la espuma, los barrenderos que vacían las papeleras suspiran con resignación. Toso como si me fuera a estallar el pecho, intento recordar el momento exacto en que cogí frío. ¿Fue en la moto o una tarde que bajé con una cazadora fina de pana haciéndome el chulito? Justo debajo de mi actual casa han contratado a un músico como vigilante, con el que compartí escenario en una jam. En alguna de mis múltiples salidas me paro a charlar con él, sobre músicas y vidas, eternos temas de conversación. Pensando en aquello de que la verdad es un puñal en las manos de un loco paseo por mi barrio. Tengo más ojeras que un oso panda. 

lunes, 19 de febrero de 2018

Triumph América 2004


El tío Vicente, también conocido como el terrible Lagarto, me grabó mientras salía del Ranchito del tío Paco, también conocido como RexMex, en Cheste -Chesterday, all my troubles seemed so far away...- No salí el sábado y el domingo me levanté temprano, tomé mi matarratas habitual, café soluble de Consum con leche condensada, y me fui al Vedat de Torrent para ensayar con el tío Luís y sus fabulosos JukeBox, hacía frío y aire para un motorista de agua dulce como yo pero llegué sano y salvo e incluso sin equivocarme en el camino. Después de un buen ensayo, conociendo los temas, fabricando bajos, me acompañó con su moto a la salida del bypass dirección a Cheste, Ranchito con 20.000 cabezas de ganado de Paco. Me recibieron con alegría porque ya no me esperaban, pero los muy cabrones no se habían traído las guitarras, me cachis en la mar, nadie es perfecto. Lo demás sí lo fue, una perfecta comida de germanor e incluso había algo de cobertura. No demasiado tarde volví a Campanar, momento inmortalizado en ese vídeo que he querido compartir con todos ustedes, lectores anónimos, entre 0 y 2, dos arriba o dos abajo. 

sábado, 17 de febrero de 2018

Leaning on the everlasting arms


Una canción o mejor dicho un himno religioso de 1887, música moderna, que llevo tiempo tocando en alguno de esos ratos tontos que suelo pasar tonteando con la guitarra y cantando canciones que me gustan. No me juzguen con demasiada severidad, por lo menos en el asunto del acento, hice lo que pude, la verdad es que la grabé una sola vez y como quedó, así la subí, me aburre repetir y repetir. Espero que les guste. 

Otra foto

Fuimos al polígono industrial Virgen de la Salud a almorzar. Pedazo de almuerzo en un bar cuyo nombre es Teruel II y por cinco pavos, de esos que te evitan tener que comer después. Justo al lado vi esta imagen, que pedía a gritos ser fotografiada, y no pude más que responder a su pedido y hacerle una foto. Resultaba inquietante, entre cotidiana y futurista quizás. De ahí fuimos a por Charly y ensayamos allí en Xirivella, otro sábado. 

viernes, 16 de febrero de 2018

Otra púa que se va

Seguro que mis frases no llegan nunca a ningún sitio, aunque quizás alguna lo merezca, una que suelo gastar desde hace años, aunque generalmente aplicada a los demás, es: no se puede luchar contra la cabezonería. Lo tengo más que comprobado y, en este caso, me ahorro los ejemplos. Ayer no tuve más remedio que aplicármela a mí mismo, y es honrado admitirlo. Se me metió en la cabeza cenar un kebab o kebap, ya no sé como se escribe correctamente y menos como se pronuncia. ¿Por qué? pues ni la más remota idea pero ahí estaba el asunto. Mande mensajes a diferentes amigos, siempre es triste cenar más solo que la una, pero a nadie le venía bien, lo lógico hubiera sido quedarme en casa pero no, no era posible luchar contra eso. Así que me arreglé, dentro de mis limitadas posibilidades -otra frase mía que sí suelo aplicarme- cogí la moto y me fui a la avenida del Puerto. No sólo cené solo, es que no había ni siquiera otro cliente, fue cenar solo pero de verdad, y menos mal que estaba el camarero. No fue un banquete a lo Lúculo porque sólo cene un kebab y no con pan de queso y una cerveza sin alcohol. Otro sitio que me trae recuerdos de los últimos catorce o quince años pero estoy acostumbrado a bregar con ellos. Decidí tomar un café en Russafa y disfrutando de la moto fui para ese barrio tan castizo de mi ciudad. En este post de sucesos tontos e intrascendentes me ocurrió una chorrada más, de esas tonterías que me fascinan, por culpa de una pequeña raja en el bolsillo del Levi's escuché como la única púa que llevaba caía y rebotaba en el tubo de escape de la moto. El valor exacto de un plectro en la actualidad es de 50 céntimos, vamos, uno normal pero me fastidia perderlos cuando me gustan. Me ocurrió estando parada y bajé de la moto a buscarla y recogerla, imposible, no hubo forma, había desaparecido, se había evaporado, fuera de este mundo, la única explicación, sin apelar a sucesos paranormales, es que la dichosa púa viajera, otra de tantas, cayera dentro del motor de la Triumph. Moví la moto, encendí la linterna del móvil, miré y remiré pero no apareció. Unas chicas bebiendo cerveza en una terraza con expresión de asombro, ¿qué le pasa a este viejuno, qué busca? Abandoné la idea del café y me fui a LEDO, me preguntaron si quería salir en la jamsession pero no me apetecía, dije que no, tres veces, mi púa me había abandonado, quizás quería decir algo. Pero me llamaron desde el escenario y me tocó salir a tocar, hice tres temas. Entre uno de ZZ Top y otro de Robert Johnson se me ocurrió hacer un guiño a The end, de The Beatles, puede que mi pasaje guitarrisco preferido de la historia del rock, y allí estuvimos un rato dándole a ese par de acordes soleando con una guitarra que no me gusta. Hablé y saludé a otros músicos y volví a casa pensando en la tozudez, la testarudez, el empecinamiento, la obstinación y la obcecación, cabezonería que dicen en mi familia, una virtud/defecto como otra cualquiera. 
 Como tengo tiempo libre, más del que me gustaría tener, acepto cualquier oferta de cualquier tipo y más si es para tocar. Así que me he metido a bajista de un grupo de Rockabilly, ¿por qué no? Me dejan el material y no resulta complicado para mí, he ido a Torrent, al Vedat, y he estado ensayando y aprendiendo el repertorio, es agradable, charlando de guitarras y vidas con Luis. A la vuelta una furgoneta blindada me ha gastado una jugarreta y ha hecho un cambio kamikaze de carril, ha pasado con el semáforo en ámbar porque ya iba a decirle cuatro cosas con mucha educación y mucha mala leche, no es mi estilo pero la ocasión lo merecía, en fin, cosas que pasan. Y para terminar el post de las púas que se marchan... me han ofrecido aparecer como figurante en un vídeoclip haciendo de...¡batería¡ Lo compartiré por aquí, por las risas.
 Y estas son las últimas aventuras del motorista solitario.     

miércoles, 14 de febrero de 2018

Recuerdos olvidados


Vuelvo a leer libros sobre imperios olvidados, ciudades perdidas que duermen bajo urbanizaciones de lujo, reinas del comercio y el poder marítimo convertidas por el paso inexorable de la historia en parques de ocio. He asistido a la inauguración de Hagia Sofía y he escuchado al emperador Justiniano afirmar que había superado al rey Salomón. He visto su ingratitud eterna hacia Belisario o el extraño cambio de Basilio II, de golfo a guerrero incansable. Una vez más me he emocionado acompañando a Aníbal en sus victorias y sus derrotas, contemplando entre las brumas su genio y su triste final. Mi mente viaja por el tiempo y no piensa en otras cosas. Me hice una analítica, acudí al consultorio con cierto temor, acostumbrado a las malas noticias aquello me alegró, perfecto, todo muy bien, hasta el dichoso colesterol. Sigo paseando por la ciudad, caminatas interminables, recuerdos al asalto, sin lugar donde meterse. Una vuelta por Russafa, recuerdos en cada esquina, librerías de viejo que siguen abiertas, sé los libros que compré allí, recuerdo casi hasta las fechas, yendo con mi padre a las reuniones religiosas (aquello es un solar ahora mismo) en la calle Denia, giro la esquina y la calle del Clero, donde ensayamos unos días con Victor y su casa, al volver la siguiente esquina, también ensayamos allí Los Cuervos. Todo lo ocupan ahora los restaurantes, las tabernas, los pubs, donde antes habían carnicerías de carne de caballo, papelerías, talleres de motos o lecherías. Me veo a mí mismo buscando sitio para aparcar a finales de los ochenta, para ir a Discocentro, por esas calles. Actuando en una esquina donde la orquesta nos dejó hacer un par de temas en 1982, cenando en un banco de la plaza San Valero bocadillos traídos de casa.  Casi es el mismo caso, aquella Russafa de tantos años atrás pervive a pesar de tantos cambios en el recuerdo de las personas que pululamos por allí. Casi en una labor de arqueología musical, ensayando con RexMex y Charly el repertorio para la actuación de Los Cuervos del 5 de mayo, piden tocar canciones mías que casi ni recuerdo. Busco viejas libretas con letras y allí están, una idea que casi parece para una película de Orson Welles, descubrirte a ti mismo en aquellas pequeñas obras de juventud que dormían el sueño de los justos. Uno de esos temas es Juan Tinajero, las desastrosas gamberradas de un adolescente al que le cuesta crecer. Me hace mucha gracia, ahora debería escribirla desde la perspectiva de un padre...o casi de un abuelo. La vida sigue implacable su marcha.

martes, 6 de febrero de 2018

Bola de cañón



Cannonball, divirtiéndome un poco con el pedal de delay, no llega ni a cover, es sólo pasar el rato recordando un viejo tema escrito por Duane Eddy y Lee Hazlewook sobre 1958... tengo demasiado tiempo libre.

lunes, 5 de febrero de 2018

Thank you Mr. Gibson



Disfrutando de mi Gibson, una medicina muy especial, recordando una canción que escribí el octubre pasado, aquí en versión instrumental, me sale mejor cuando no tengo que estar pensando en que me estoy grabando pero no está mal del todo.

sábado, 3 de febrero de 2018

Bailando Swing

Después de picotear en la Bodega Valero nos pasamos por LEDO para ver a The Sunny Siders, donde las chicas del swing nos sacaban a bailar mientras la banda interpretaba temas como Hallelujah, I love her so de Ray Charles... ¿quién iba a negarse?

viernes, 2 de febrero de 2018

En Un Mundo Nuevo





Otro febrero, el mes más corto del año, y así es porque los antiguos romanos pensaban, tan supersticiosos ellos, que era funesto y por eso debía tener menos días. A principios del año 2008 tenía la sensación de que algo iba a pasar y no precisamente bueno, la idea crecía como un tumor maligno en mi cerebro, intenté desterrarla, ¿por qué tenía que ser algo malo, por qué no podía ser algo bueno de veras? Otra creencia quizás igualmente estúpida o quizás no, que los pensamientos positivos traen cosas positivas y al revés, me aferré a eso. Me dio por escuchar una canción de mi niñez, escrita por Tony Luz, sobre un mundo nuevo en que tus sueños se harían realidad, como un intento de postivar todo, de que ese "algo" fuera bueno. Lo deseé con todas mis fuerzas. Mi hija llevaba unos días extraña, rara, comportándose de una forma que nos sorprendía y entonces llegó la diabetes. No me lo podía creer, no era algo malo, era algo malísimo. Fue justo en las fiestas de febrero de Campanar, cuando comienzan a poner las paraetas del porrat de la Verge, como si hiciera falta recordármelo, eso me lo trae de vuelta a la mente. Además este mes se cumplen diez años de aquello. Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible, como dijo el poeta, que cambió mi vida para siempre. Me parece que fue la última vez que lloré. 

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Mis amigos me llaman Cuchillo o el tío Santi. Escribo canciones y toco la guitarra, también canto. Desde que era joven hasta ahora que no lo soy he tocado en grupos como Los Cuervos, Los Relevos, Morcillo y los Rangers, Los Brujos, Bandoneón, The Dancing Cansinos, Rocky Raccoons, Fort Mapache, Jukebox, Los Portuarios, The Mapaches o The Roller Coasters. Soy el guitarrista que no sabía cantar, el motorista al que no le gustaba correr, el lector de la Biblia ateo, puede que el tonto más listo del mundo, el padre de Dido o el hijo de la Yeyes. Como suele aparecer en algunos sobres de azúcar, hay que buscar los buenos ratos porque los malos se presentan ellos solos. Me gusta mucho leer desde niño, cocinar, tocar la guitarra y escribir canciones, navegar sin rumbo por la procelosa red de Internet, la historia y la música, el cine clásico y me gusta mucho reír, también escribir en mi blog, salir con mis viejos amigos o dar vueltas con mi Triumph. Como dijo Lennon: "la vida son las cosas que te pasan mientras tú estás ocupado haciendo otros planes" Así que intento no hacer planes nunca, sólo quiero estar a gusto sin molestar a nadie. Si lo consigo o no, tendrán que decirlo los demás.
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