Seguro que mis frases no llegan nunca a ningún sitio, aunque quizás alguna lo merezca, una que suelo gastar desde hace años, aunque generalmente aplicada a los demás, es: no se puede luchar contra la cabezonería. Lo tengo más que comprobado y, en este caso, me ahorro los ejemplos. Ayer no tuve más remedio que aplicármela a mí mismo, y es honrado admitirlo. Se me metió en la cabeza cenar un kebab o kebap, ya no sé como se escribe correctamente y menos como se pronuncia. ¿Por qué? pues ni la más remota idea pero ahí estaba el asunto. Mande mensajes a diferentes amigos, siempre es triste cenar más solo que la una, pero a nadie le venía bien, lo lógico hubiera sido quedarme en casa pero no, no era posible luchar contra eso. Así que me arreglé, dentro de mis limitadas posibilidades -otra frase mía que sí suelo aplicarme- cogí la moto y me fui a la avenida del Puerto. No sólo cené solo, es que no había ni siquiera otro cliente, fue cenar solo pero de verdad, y menos mal que estaba el camarero. No fue un banquete a lo Lúculo porque sólo cene un kebab y no con pan de queso y una cerveza sin alcohol. Otro sitio que me trae recuerdos de los últimos catorce o quince años pero estoy acostumbrado a bregar con ellos. Decidí tomar un café en Russafa y disfrutando de la moto fui para ese barrio tan castizo de mi ciudad. En este post de sucesos tontos e intrascendentes me ocurrió una chorrada más, de esas tonterías que me fascinan, por culpa de una pequeña raja en el bolsillo del Levi's escuché como la única púa que llevaba caía y rebotaba en el tubo de escape de la moto. El valor exacto de un plectro en la actualidad es de 50 céntimos, vamos, uno normal pero me fastidia perderlos cuando me gustan. Me ocurrió estando parada y bajé de la moto a buscarla y recogerla, imposible, no hubo forma, había desaparecido, se había evaporado, fuera de este mundo, la única explicación, sin apelar a sucesos paranormales, es que la dichosa púa viajera, otra de tantas, cayera dentro del motor de la Triumph. Moví la moto, encendí la linterna del móvil, miré y remiré pero no apareció. Unas chicas bebiendo cerveza en una terraza con expresión de asombro, ¿qué le pasa a este viejuno, qué busca? Abandoné la idea del café y me fui a LEDO, me preguntaron si quería salir en la jamsession pero no me apetecía, dije que no, tres veces, mi púa me había abandonado, quizás quería decir algo. Pero me llamaron desde el escenario y me tocó salir a tocar, hice tres temas. Entre uno de ZZ Top y otro de Robert Johnson se me ocurrió hacer un guiño a The end, de The Beatles, puede que mi pasaje guitarrisco preferido de la historia del rock, y allí estuvimos un rato dándole a ese par de acordes soleando con una guitarra que no me gusta. Hablé y saludé a otros músicos y volví a casa pensando en la tozudez, la testarudez, el empecinamiento, la obstinación y la obcecación, cabezonería que dicen en mi familia, una virtud/defecto como otra cualquiera.
Como tengo tiempo libre, más del que me gustaría tener, acepto cualquier oferta de cualquier tipo y más si es para tocar. Así que me he metido a bajista de un grupo de Rockabilly, ¿por qué no? Me dejan el material y no resulta complicado para mí, he ido a Torrent, al Vedat, y he estado ensayando y aprendiendo el repertorio, es agradable, charlando de guitarras y vidas con Luis. A la vuelta una furgoneta blindada me ha gastado una jugarreta y ha hecho un cambio kamikaze de carril, ha pasado con el semáforo en ámbar porque ya iba a decirle cuatro cosas con mucha educación y mucha mala leche, no es mi estilo pero la ocasión lo merecía, en fin, cosas que pasan. Y para terminar el post de las púas que se marchan... me han ofrecido aparecer como figurante en un vídeoclip haciendo de...¡batería¡ Lo compartiré por aquí, por las risas.
Y estas son las últimas aventuras del motorista solitario.
Como tengo tiempo libre, más del que me gustaría tener, acepto cualquier oferta de cualquier tipo y más si es para tocar. Así que me he metido a bajista de un grupo de Rockabilly, ¿por qué no? Me dejan el material y no resulta complicado para mí, he ido a Torrent, al Vedat, y he estado ensayando y aprendiendo el repertorio, es agradable, charlando de guitarras y vidas con Luis. A la vuelta una furgoneta blindada me ha gastado una jugarreta y ha hecho un cambio kamikaze de carril, ha pasado con el semáforo en ámbar porque ya iba a decirle cuatro cosas con mucha educación y mucha mala leche, no es mi estilo pero la ocasión lo merecía, en fin, cosas que pasan. Y para terminar el post de las púas que se marchan... me han ofrecido aparecer como figurante en un vídeoclip haciendo de...¡batería¡ Lo compartiré por aquí, por las risas.
Y estas son las últimas aventuras del motorista solitario.
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