
No me gustan las mentiras. Uno de mis innumerables defectos es que siempre tiendo a creer a la gente, me cuesta mucho esfuerzo darme cuenta de que en general vivimos en un mundo falaz. Como a mí no me gusta decirlas, no entiendo que la gente lo haga tan a menudo. Si son cosas que no me afectan, no tiene importancia pero da bastante asco sentirte engañado. Por supuesto, soy tonto pero no tanto, si me veo acorralado y una mentira puede salvarme, pues, miento y ya está y además como tengo buena memoria, para mentir hace falta, no hay problema pero no me gusta. Decir, o que te digan, la verdad no significa que te vaya a gustar pero al menos es la verdad. Si como decía Waltari: “la verdad es un puñal afilado en la mano de un loco” , las mentiras son una mina antipersona escondida en un apacible lugar del campo, no sé que es peor.
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