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Va acabando julio, días tórridos, vueltas en moto, Xirivella en el horizonte, sábado a Jérica con David, a tocar clásicos del pop español. Caminando descalzo por el río, antes entré en un supermercado del este y me compré un helado ruso. Repetiremos el día cuatro en Denia, The Roller Coasters (Álvaro y Cuchillo) señal de que gustó, igual a alguien le sorprende pero así fue. Subo a tender la ropa y el sol me recuerda lo mal que me llevo con él, cuando se oculta todo cambia, no tengo ganas de volver a casa, camino ligeramente mejor, me han dado hora en el neurólogo para el 25 de septiembre, vaya, el cumpleaños de mi padre. Anotando canciones para cantarlas yo, me reencuentro con Red Cadillac and a black mustache, por lo que sea, escribo la letra para cantarla. Vuelvo a ordenar los textos en la vieja carpeta negra de Wea, buscando un orden lógico, son tres repertorios, sesentas para empezar, en castellano otro por si es preciso y temas de los cincuenta para finalizar, siempre saltando alguna según la reacción del público, el ambiente a crear, el volumen al que se toque. Hoy salida con los amigos, para celebrar la canícula, (es que celebro cada cosa...) hay tantas ganas de liarla que creo que la vamos a liar muy gorda. Mañana almuerzo con David y repaso del repertorio, tanto repertorio me tiene loco, pero parece que todo cabe en mi minúsculo cerebro. Viernes tarde noche algo de lo que no puedo hablar pero lo escribiré cuando suceda. Sigo soñando, tanto sueño me sorprende, muchos años sin tener tantas o tantos o tontos, no sé si decir pesadillas o sueños extraños, recurrentes, en fin, son cosas que pasan, al menos a mí.