Relatos para matar un rato.
Hoy presentamos:
LA SONRISA PERDIDA
Conocí a una desconocida a través de una red social para conocer chicas, nos dimos los números de teléfono y por WhatsApp nos escribimos y compartimos fotos. Me mandó las suyas: en la playa, sujetando una paella, con amigas y en monumentos emblemáticos durante sus viajes. Yo le envié muchas también, con guitarra acústica, con guitarra eléctrica, de 6 y de 12 cuerdas, tocando el ukelele, tocando el bajo, con amigos tocando y una subido a mi motocicleta. Mándame una sonriendo por favor, me dijo, claro que sí, dije yo. Fui a la galería, más de 2.000 fotos de estos últimos años, busqué y busqué... pero no había ni una sonriendo.
Así que el lunes a primera hora, ni corto ni perezoso, me presenté en la oficina de objetos perdidos. Detrás del mostrador había una sesentona, con una cara que no se la ponían a las gárgolas para evitar que los niños se asustaran en exceso y se orinasen en la cama.
¿Qué ha perdido usted? Preguntó mirándome el corbatín de bolo y mascando un chicle. La sonrisa, contesté, dio media vuelta y fue a hablar con otra funcionaria y con volumen suficiente para que yo la oyese con claridad le dijo: "Hazme el favor de atender tú al idiota ése vestido de cowboy, porque yo no estoy para tonterías esta mañana".
La más joven, unos 48 años, tipo de reloj de arena y al lado de la otra una belleza, se acercó al mostrador sonriendo y yo dije, me parece que se ha enfadado y la chica se rió.
"Pues aquí están los objetos que unos pierden y otros encuentran y sonrisas nunca han traído, tendrás que buscar por otros sitios" me dijo conteniendo la risa. "¿No será que te la han robado?"
Puede ser, dije yo y como no había nadie haciendo cola detrás mío le conté el chiste de los pollos de cuatro patas y se doblaba de la risa. Me dijo que era muy divertido y me miraba con cierto interés pero soy tímido y no me atreví a pedirle su número y ya me despedí.
De ahí fui a hacerme las fotos para renovar el carné, a mí me gusta decir carnet, de identidad y el fotógrafo me dijo, no sonrías por favor, tranquilo, contesté, no hay peligro.
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