martes, 16 de febrero de 2021

RELATOS. LA LIBRETA.

 Relatos para matar un rato.

               Hoy presentamos:

LA LIBRETA

Volvía de beber, de reír, de bailar, siete u ocho horas de caminata y bebida, el centro de mi ciudad en fiestas reventaba de turistas, gente de todas partes en todas partes. Al cruzar el río ya no era igual, sólo en algunas esquinas veía gente asistiendo al último acto. El pequeño monumento ardía con apenas dos docenas de espectadores. Era una modesta falla de barrio, debajo de mi casa.
Entonces lo sentí, tenía que hacerlo, subí a casa, cogí la libreta, era de papel y cartón reciclado, muy bonita. Me la habían regalado años atrás, junto con el ruego de que escribiera allí, con mi supuesta poesía, algo que valiese la pena ser leído. Lo hice, escribí con sinceridad lo que iba sintiendo, un diario de emociones, de días sagrados, pero jamás se lo mostré a quien me la entregó. ¿Por qué? No lo sé, quizás me parecía poco, que mis palabras no estaban a la altura de lo que quería contar, que no le hacían justicia a lo que estaba viviendo. Pero me esforcé, retorcí palabras, estrujé frases, las amasé porque quería amarlas. Luchaba conmigo mismo para sacar lo mejor de mí pero sólo en mi mente, no habría un solo tachón en esa libreta. Estaba escrita con un rotulador negro, punta muy fina, todo lo bien que era capaz de escribir, intentando que la caligrafía llamase la atención por su belleza.
Pero todo eso ya no importaba, bajaba en el ascensor con la libreta, para tirarla al fuego purificador y ya me quemaba la mano. Me planté frente a la hoguera, sintiendo el calor de la llama en mi cara y el frío de una noche de marzo en la espalda. Iba a tirarla allí en un acto de furia y de rabia cuando se me resbaló y quedó abierta por la mitad, la recogí y leí, frases sueltas, me insulté como sólo uno mismo puede hacerlo, dando más fuerte donde más dolía. La arrojé, me quedé mirando como ardía y el humo me provocó una lágrima que resbaló hasta mi boca, tenía un sabor amargo y salado, como una gota de agua del mar Muerto.

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Mis amigos me llaman Cuchillo o el tío Santi. Escribo canciones y toco la guitarra, también canto. Desde que era joven hasta ahora que no lo soy he tocado en grupos como Los Cuervos, Los Relevos, Morcillo y los Rangers, Los Brujos, Bandoneón, The Dancing Cansinos, Rocky Raccoons, Fort Mapache, Jukebox, Los Portuarios, The Mapaches o The Roller Coasters. Soy el guitarrista que no sabía cantar, el motorista al que no le gustaba correr, el lector de la Biblia ateo, puede que el tonto más listo del mundo, el padre de Dido o el hijo de la Yeyes. Como suele aparecer en algunos sobres de azúcar, hay que buscar los buenos ratos porque los malos se presentan ellos solos. Me gusta mucho leer desde niño, cocinar, tocar la guitarra y escribir canciones, navegar sin rumbo por la procelosa red de Internet, la historia y la música, el cine clásico y me gusta mucho reír, también escribir en mi blog, salir con mis viejos amigos o dar vueltas con mi Triumph. Como dijo Lennon: "la vida son las cosas que te pasan mientras tú estás ocupado haciendo otros planes" Así que intento no hacer planes nunca, sólo quiero estar a gusto sin molestar a nadie. Si lo consigo o no, tendrán que decirlo los demás.
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