RELATOS PARA MATAR EL RATO.
Hoy presentamos:
EL MAESTRO KIBO
Una fina capa de polvo rojo africano, proveniente del desierto del Sahara, cubría mi minúsculo coche blanco japonés. Enganchada al limpiaparabrisas, una octavilla impresa por una sola de sus caras.
Allí se anunciaba el maestro Kibo, garantizando que en 72 horas, era capaz de: hacer volver a la persona amada, solucionar problemas conyugales, proteger del mal de ojo o mejorar la potencia sexual. También hacía prosperar en los negocios, dejar vicios tales como el alcohol, tabaco o drogas, enderezaba la salud y muchas más cosas que ya dejé de leer. Con un teléfono y un horario, afirmaba ser serio y confiable. Había mucha información en un trozo de papel tan pequeño.
Yo silbé Love potion number mine mientras tiraba el papelito a la papelera.
No mucho después de esto, apenas unos días, yendo al supermercado, vi a un individuo que me pareció senegalés, de unos 40 años, rozando la obesidad mórbida y vestido con una túnica de vivos colores, del amarillo chillón a un morado intenso, se dirigió a mí cordialmente y me preguntó por una clínica, llevaba un rato dando vueltas. Iba a hacerse una PCR y no encontraba la calle. Estaba sudando ansioso y en su mirada noté su miedo danzando al son de los tambores del pánico. Por supuesto que le indiqué lo cerca que estaba y las gracias que me dio sonaron correctas pero angustiosas. Le llamaron en ese momento y cogió su móvil, su voz era fuerte y clara, de repente, llena de autoconfianza y seguridad: "Sí, soy el maestro Kibo, ¿en qué puedo ayudarle?"
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